Colonos: Hijos del desarraigo y la esperanza

“Cada lugar tiene su tiempo, cada tiempo su marca, cada desencanto su maravilla” Mario Benedetti

La pregunta por la caqueteñidad, en el ejercicio de mi actividad académica, me he propuesto interrogar al Caquetá en su proceso territorial y humano, para que me diga de qué ternuras y violencias ha nacido, qué vicisitudes ha experimentado en su fluir histórico, qué es hoy y qué perspectivas de desarrollo tiene. Desde esta mirada se pretende otear una complejidad de pueblos y por tanto de subjetividades y territorios, en distintos tiempos de este devenir del río humano del Gran Caquetá. A esta complejidad objetiva y subjetiva, biofísica, sociopolítica y simbólica, la he categorizado con la expresión caqueteñidad, reconociendo de antemano que la elaboración de este constructo teórico es una tarea colectiva y compleja de investigadores sociales en la cual pesan las incertidumbres del saber.

Caqueteñidad, como expresión del ser biopsicosociocultural del Caquetá, la enuncié en 1977 y como saber y categoría en construcción rebasa toda definición naturalista, positivista, reduccionista y pretende dar cuenta de los procesos de configuración objetiva y subjetiva de sociedades y culturas particulares, inmersas en la cordillera, el piedemonte cordillerano, el llano y las selvas Amazónicas como son específicamente la extensión y conjunto de pueblos ribereños del río Yapurá o Caquetá y sus afluentes como el Guecaya o Caguán, Suya u Orteguaza, como los denominaron respectivamente indígenas y españoles. A esta construcción el gran Río Caquetá le dio nombre y abarca “todas las parcialidades de esta República nadante”4 tal como la describieron literalmente los franciscanos en el siglo XVIII, quienes estaban admirados por la espesura de la selva y el caudal abundante de sus ríos.

Al interpelar históricamente sobre la conformación de la caqueteñidad y sus imaginarios, se descubre, entre otros aspectos, que ésta es el producto de contradictorias y distintas miradas desde fuera, que han afectado nuestro ser psicosociocultural y el territorio en sus dimensiones biofísica, sociopolítica y simbólica, inmersos en este río humano e histórico.

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